Denia ha ido apostando en los últimos años por el desarrollo de museos, tal y como vemos con la creación del Museo del Mar y el Museo de la Historia de Dénia en la Casa de la Marquesa. Instituciones que han servido no solo para poner en valor nuestro patrimonio y nuestra historia, sino también para recuperar espacios en situación de degradación.
Sin embargo, se está perdiendo una gran oportunidad, si bien Dénia y la Marina Alta son conocidas por el turismo, en el pasado fueron conocidas por su industria. Que con los años fue desapareciendo, decidiendo apostar por el sector servicios. Asimismo, el pasado industrial nos dejó una serie de señas que se conoce como “arqueología industrial” o patrimonio industrial una nueva forma de patrimonio basada ya no en restos de un pasado lejano, si en la herencia material recibida de la Revolución Industrial.
En este sentido, son muchos los espacios industriales que debido al auge del turismo y la reestructuración que ha sufrido Dénia para adaptarse a su nueva principal actividad se han perdido como pueden ser las fábricas de la pansa de la Calle la Vía o las fábricas de la industria juguetera, aunque si bien se ha mantenido gracias al Museo del Juguete, aunque los objetivos del museo son totalmente diferentes.
Así, Dénia necesita no perder más parte de su patrimonio, existen ya planes para la recuperación de estos elementos como puede ser el proyecto de 2008 en el que se proyectaba un museo de arqueología industrial que pretendía la recuperación de la Caldera de Dénia.
Aunque, cuando hablamos de museo tenemos que salir de la visión tradicional del museo. Un museo no es una institución que expone y preserva, también comunica. En este sentido, existe una gran distancia entre las nuevas ideas que se desarrollan en las universidades y la sociedad en general.
Es deber de los museos ser en enlace entre ambos mundos y en este caso, la proyección de este museo tiene que servir tanto para la preservación del patrimonio arqueológico industrial como para la introducción de las nuevas corrientes de pensamiento sobre la revolución industrial española/valenciana. Por otra parte, sería un grave error convertir todo este espacio en un museo permanente, una parte del mismo tiene que estar reservado para exposiciones temporales, de manera que cada X tiempo el museo pueda albergar nuevos modelos de tecnología complementado con una espacio dedicado para conferencias.
De esta manera, Denia podría convertirse en un centro divulgación tecnológica y, también, diversificar la apuesta de promoción de nuestra ciudad. Si bien Dénia se ha convertido en un referente en el mundo gastronómico, puede ser la punta de lanza para poder ofrecer nuevas formas de inversión a nuestra localidad.
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