La informática primitiva de principios del siglo XX, previa a la invención del transistor, estaba más emparentada con las máquinas que con los ordenadores actuales. Carentes de electrónica, su funcionamiento se basaba en palancas y engranajes. Estos traducían órdenes en acciones que afectaban a multitud de piezas mecánicas. En función del resultado, éste ofrecía la respuesta a un problema, normalmente un cálculo matemático. Vladímir Lukiánov pensó en sustituir ciertos elementos mecánicos de esos ordenadores primitivos. Y en emplear el agua como base.
El invento se conoció como integrador hidráulico, integrador de agua o integrador hidráulico de Lukianov. Un ordenador de agua analógico, sin electrónica de por medio. Lejos de la computación moderna, resolvía ecuaciones diferenciales. Algo de suma importancia para campos como la construcción o la aeronáutica. Fue el primero en su especie y mantuvo ese título durante, al menos medio siglo más.
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