Para el final de esta década, es probable que naciones y empresas privadas estén extrayendo minerales de la superficie de la Luna.
Pero a medida que el espacio se vuelve accesible para más naciones y corporaciones, debemos detenernos a preguntarnos qué actividades comerciales queremos permitir, incluida la explotación en la Luna.
Ahora es el momento de crear las reglas y regulaciones que protegerán el futuro compartido de la humanidad en el espacio y garantizarán que la Luna siga siendo un símbolo e inspiración para las generaciones venideras.
1. ¿Por qué extraer minerales en la Luna?
El programa Artemis de miles de millones de dólares de la NASA no solo se trata de enviar astronautas de regreso a la Luna. Se trata de abrir el camino para las operaciones mineras.
China también está en una trayectoria similar.
Todo esto ha puesto en marcha una nueva carrera lunar con empresas privadas compitiendo para descubrir cómo extraer los recursos de la Luna, potencialmente vendiéndolos a gobiernos en una cadena de suministro cósmica.
Actualmente, todos los suministros para la exploración espacial se envían desde la Tierra, lo que hace que elementos esenciales como el agua y el combustible sean extremadamente caros.
Para cuando un solo litro de agua llega a la Luna, su costo supera al del oro.
Pero al convertir el hielo de agua en la Luna en hidrógeno y oxígeno, podemos repostar naves espaciales en el lugar. Esto podría hacer que los viajes a espacios más profundos, especialmente a Marte, sean mucho más factibles.
La abundancia de metales raros de la Tierra en la Luna, esenciales para tecnologías como los teléfonos inteligentes, también significa que la minería lunar podría aliviar la presión sobre las reservas menguantes de la Tierra.
Las empresas privadas podrían adelantarse a las agencias espaciales; una startup podría estar extrayendo en la Luna antes de que la NASA aterrice a su próximo astronauta.
2. ¿Podría la minería cambiar cómo vemos la Luna desde la Tierra?
Cuando se extrae material de la Luna, se levanta polvo. Sin una atmósfera que lo frene, este polvo lunar puede viajar grandes distancias.
Ese material superficial está “desgastado por el espacio” y es menos reflectante que el material más brillante que hay debajo. Alterar el polvo lunar significa que algunas partes de la Luna podrían parecer más brillantes donde se ha levantado el polvo, mientras que otras podrían parecer más opacas si el polvo se asienta encima.
Incluso las operaciones a pequeña escala podrían perturbar suficiente polvo para crear cambios visibles con el tiempo.
Manejar el polvo lunar será un factor crucial para garantizar prácticas mineras sostenibles y mínimamente disruptivas.
3. ¿Quién es el dueño de la Luna?
El Tratado del Espacio Ultraterrestre (1967) establece claramente que ninguna nación puede reclamar la “propiedad” de la Luna (o de cualquier cuerpo celeste).
Sin embargo, no está tan claro si una empresa que extrae recursos de la Luna viola esta cláusula de no apropiación.
Dos acuerdos posteriores abordan este tema.
El Tratado de la Luna de 1979 proclama a la Luna y sus recursos naturales como “patrimonio común de la humanidad”. Esto suele interpretarse como una prohibición explícita de la minería comercial lunar.
Sin embargo, los Acuerdos Artemisa de 2020 permiten la minería al tiempo que reafirman el rechazo del Tratado del Espacio Ultraterrestre a cualquier reclamación de propiedad sobre la Luna.
El Tratado del Espacio Ultraterrestre también señala que la exploración espacial debe beneficiar a toda la humanidad, no solo a las naciones y corporaciones más ricas que puedan llegar allí.
En cuanto a la extracción de recursos, algunos argumentan que esto significa que todas las naciones deberían compartir los beneficios de cualquier futura iniciativa de minería lunar.
4. ¿Cómo sería la vida de los mineros en la Luna?
Imagina que has trabajado 12 horas seguidas en condiciones calurosas y difíciles. Estás deshidratado, hambriento y abrumado. Algunos de tus compañeros han colapsado o resultado heridos por agotamiento. Todos desearían poder conseguir otro trabajo con buenos estándares de seguridad, pago justo y horarios razonables. Pero no pueden. Están atrapados en el espacio.
Esta visión distópica resalta los peligros potenciales de apresurarse a realizar minería lunar sin abordar los riesgos para los trabajadores.
Trabajar en condiciones de baja gravedad conlleva riesgos para la salud. Los mineros lunares son más propensos a sufrir:
La exposición a la radiación cósmica no solo aumenta el riesgo de diversos cánceres, sino que también puede afectar la fertilidad.
Los mineros lunares también enfrentarán aislamiento prolongado y un intenso estrés psicológico. Necesitaremos buenas leyes y directrices para proteger la salud y el bienestar de la fuerza laboral espacial.
Los organismos reguladores encargados de hacer cumplir los derechos y estándares de seguridad de los trabajadores estarán muy lejos, en la Tierra. Los mineros podrían tener pocas opciones si se les pide trabajar horas excesivas en condiciones inseguras.
Pero la historia nos ha mostrado las consecuencias de la explotación descontrolada. Antes de extraer recursos de la Luna, debemos establecer regulaciones sólidas que prioricen la equidad, la seguridad y los derechos humanos.
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